Por Sandy Slach
Los cuidadores eran en extremo malvados no le concedían nada de lo que el pedía, eso no le molestaba cuando tenia poco tiempo ahí, después cada segundo que pasaba ahí era como dormir sobre llamas y caminar sobre vidrios.
Pensó revelase hacer un escape, pero se dio por vencido y se dijo “que voy a hacer yo solo, ahí en ese lugar que no conozco y el cual solo conozco a través de una ventana” y calmo su creciente instinto de libertad.
Se levanto del suelo dio unos pasos en círculos y vio lo que tenia, una cama con unos cuantos trapos, un rollo de paja como almohada, tenia un par de zapatos, cuatro calcetines que ninguno era igual a otro, tres pantalones rotos, tres camisas supuesta mente blancas pero de ese blanco no quedaba ni el menor rastro.
Después de ver sus pobres e insignificantes procesiones se dirigió a una esquina a llorar, perdió la noción del tiempo, se levanto y vio por la ventana un paisaje verde. Se preguntaba que había mas haya de esos arboles que le hacían compañía desde lejos.
Pasaron dos días de sus pensamientos de fuga, por la venta llego un pajarito azul que cantaba sin para, voló por toda la celda hasta que se posó en una pequeña saliente y miró al hombre que se levanto con extraño entusiasmo.
El prisionero buscó en uno de sus bolsillos alguna migaja de pan pero no encontró nada, solo un poco de hilo enrollado; se coloco en el suelo sentado frente al pájaro. Evito hacer el mínimo de los ruidos para no espantar a su pequeño amigo.
Se escucharon ruidos estos iban aumentando a cada golpe de tacón, con un leve gis de arrastre de pies. El sonido se detuvo frente a la puerta y un chillido molesto se escucho de golpe, una voz rasposa dijo -aquí tienes tu comida de hoy. Y de una ventanilla se asomaba una charola con un plato y un baso de peltre.
Rápido, cual si fuera una gacela el prisionero en lugar de coger la charola volteo a ver al pájaro azul, al ver que seguía ahí se apresuro por la comida.
En el plato había un pedazo de pan un guiso extraño y una papa, el baso contenía agua simple, con unos algunos pequeños trozos de basura en el fondo.
Tomó con la mano temblorosa un trozo pequeño de pan y se lo entrego al pajarito, la pequeña ave lo tomo con el pico y se fue volando por la ventana.
Al día siguiente el pajarito regreso con el prisionero, y como este estaba tan solo y triste le dirigió unas palabras – hola pajarito, ¿que haces aquí? ¿quieres mas comida?¿por que regresas a este triste encierro teniendo tanta libertad?
El hombre saco del bolsillo un pedazo de pan el cual estaba tan duro como una roca, lo tiro a las pequeñas patas de pajarito, este lo tomo con el pico y se fue.
Esto pasó por todo un año, la misma historia siempre. Solo que con la variante que cada vez el pájaro se quedaba por mas tiempo.
De pronto el hombre ya no se sentía alejado del mundo tenia a su pequeño amigo con el cual pasaba horas charlando, hasta que un día uno de los guardias le informo que su condena había sido cumplida y que se podía ir.
El hombre recogía sus cosas cuando llego el pajarito azul el hombre le tendió la mano y el pajarito azul se poso sobre ella.
Coloco su otra mano sobre el azul plumaje y lo acaricio, pero de pronto apretó tan fuerte y lleno de ira que se escuchó el crujir de los huesos y la lanzó por la ventana.
Uno de los guardias lo vigilaba desde la puerta de la celda y al ver esa acción le dijo ¿porque le hiciste eso?
El prisionero respondió – no merecía vivir, tenia libertad completa y prefirió estar atado a este horrible lugar y a mi; no habría puesto resistencia si lo llevaba conmigo, Lo pude llevar y poner en una jaula, pero Quien no valora su libertad no valora su vida.
Estoy aquí por que cometí un error, pero no volveré, porque la libertad es un privilegio, se tiene que cuidar mucho, ahora valoro mi vida pero no valoro la de los mediocres que se dejan llevar por las cosas fáciles.
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