En esta época de cambios donde nos vemos bombardeados de nuevas tecnologías y avances científicos. Una nueva tecnología se apodera de nosotros y nos obliga a estar dentro de ella “El Internet”. Nos tiene sometidos a un mundo cambio constante, que nos mantiene en aceleración.
Al alcance de un clic toda la información que desee, se puede comprar, jugar, platicar, organizar todo tan fácil y sencillo; una verdadera maravilla.
Esto provoca un incremento en la ociosidad del hombre y le permite; que al igual como puede hacer cosas buenas como cultivar su acervo cultural también haga cosas como: mentir, robar, insultar, hacer fraudes, engañar y todo esto sin salir de la comodidad de su hogar.
Ya que el anonimato que brinda, protege y arropa a los delincuentes como pedófilos, violadores, secuestradores, ladrones y defraudadores.
La televisión tiene una gran fuerza expresiva, porque se basa en la imagen y esto es muy eficaz para interiorizar los mensajes ya que se meten directamente en el subconsciente. Son imágenes con color, música, presentan la realidad con movimiento, “viva”. En los años setenta surgió la televisión en color y aumentaron las ventas de aparatos televisivos, y este incremento de la demanda favoreció la producción en cadena, acercando los aparatos a esos sectores de la sociedad para los que antes hubiera sido imposible el acceso a los mismos.
La televisión es un gran espectáculo que a su vez integra otros espectáculos como el teatro, el deporte, la música, el cine... con lo cual tiende a refrenar la independencia de estos últimos.
La televisión es el medio con mayor cantidad de usuarios, el Internet es un nuevo medio emergente, es muy probable que las personas de dejen manipular por las conductas mostradas en la televisión.
La televisión, debido a su influencia y a su capacidad para llegar a todos los públicos, es un medio de comunicación cuya manipulación entraña muchos peligros. En primer lugar, todas las ventajas que hipotéticamente se le podrían atribuir son claramente infrautilizadas en las emisiones reales. Su papel educativo es casi inexistente, y los creativos lo confunden en demasiadas ocasiones con una función moralizante, que al final de cuentas crea una nueva conciencia moral.
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